Ambos procesos, de absorción de amonio y de nitrificación, reducen el pH del suelo. En suelos arenosos o con baja CIC, este descenso en el pH puede superar la unidad. En suelos de bajo pH esta reducción puede provocar la liberación de aluminio en cantidades que resulten fitotóxicas. En suelos de pH alto, puede haber una liberación de amoniaco gaseoso que alcance los niveles de toxicidad, reduciendo de nuevo significativamente el rendimiento de la viña.
La aplicación de nitrógeno nítrico en los periodos claves, tales como el desarrollo de la uva, puede asegurar la disposición inmediata y el ritmo de crecimiento. También puede ayudar a la absorción de otros nutrientes –por ejemplo, el calcio–.
Las buenas prácticas como una fertirrigación bien hecha, pueden minimizar el lavado de nitratos comparados con la aplicación en superficie.